"Supongo que una noche, hace cientos de miles de años, en una caverna  cerca del fuego encendido para la noche, uno de los hombres velludos  despertó y miró a su mujer y a su hijo por encima de los carbones,  fríos, muertos, desaparecidos para siempre. Tal vez haya llorado. Y  esa noche alargó la mano y tocó a la mujer que moriría algún día y a  los niños que se irían también. Ya la mañana siguiente los trató un poco mejor porque había visto que ellos, como él, llevaban consigo la  semilla de la noche. Sentía esa semilla como un barro en la sangre que golpeaba y lo llevaba hacia el día en que esa semilla se le multiplicaría en la oscuridad. Y ese hombre, el primero, supo lo que  nosotros sabemos ahora: que nuestro tiempo es breve y la eternidad  larga. Así nacieron la piedad y la misericordia, y aprendimos así a  cuidar del otro, para que pudiese recibir el último, el más intrincado y misterioso beneficio del amor. Y en suma ¿qué somos? criaturas que  saben y saben demasiado"

Ray Bradbury "La feria de las tinieblas"